Durante el verano tenemos que prestar mucha atención a nuestra piel, en primer lugar porque con el uso de prendas más fresquitas la piel queda más expuesta al sol, a las inclemencias, a la contaminación... y en segundo lugar porque con la llegada del verano muchas pensamos en broncearnos un poquito, pero para hacerlo de manera adecuada es necesario preparar la piel y, como siempre insisto, en hacerlo con precaución y con cabeza.
El bronceado de la piel es una reacción defensiva de esta contra los rayos UV, que consiste muy a grandes rasgos en la oxidación de la melanina y los antioxidantes que tiene, lo que hace que adquiramos esos tonos dorados, anaranjados... que tanto gustan en nuestra sociedad. Una manera de preparar la piel para la exposición solar, o de repararla tras esta, o simplemente de tenerla más bonita un día especial, es darle una buena aportación de antioxidantes, y el antioxidante cutáneo por excelencia no es otro que la
Vitamina C. Y no basta solo con ingerirla en cantidades industriales vía zumos, frutas... ya que de esta manera se la quedan casi todas los órganos internos que también los necesitan, así que la mejor manera de aportar estas ansiadas vitaminas es vía tópica, es decir, directamente sobre la piel, y esta es precisamente una de las grandes virtudes del tratamiento al que me sometí la semana pasada en
Edén, con la firma alemana especialista en piel
Klapp.
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