¡Buenas tardes a todas! Esta es una entrada especial, porque
es mi entrada ¡número 100! Y como tal quería escribir algo especial, algo un
poco diferente, y llevaba unos días dándole vueltas a qué contaros hoy, y me
vais a disculpar pero creo que voy a hacer una pequeña reflexión.
¿Por qué escribo sobre cosmética? Hace como unos 6 meses que
abrí My Cosmetic Art y la verdad es que reflexioné sobre qué escribir, no tenía
claro si quería que fuera sobre cosmética, arte, fotografía, opinión… no me
decidía. Se supone que no debería tener dudas sobré que escribir, la cosmética
me atraía mucho me producía un pequeño conflicto. No me mal interpretéis, me
encanta la cosmética desde que era adolescente… Pero están hechos para que
nosotras seamos más guapas, y de ahí el pequeño conflicto ¿Por qué tenemos
parecer más guapas? Supongo que nos enseñan a que tenemos que estar estupendas
desde chiquititas, que cada vez que nos ponían monas nos alagaban y nos decían
los guapas que estábamos, y nos han enseñado a que eso nos tiene que encantar,
y nos encanta por supuesto, pero quizá puede llegar un punto en el que no estar
todo lo fabulosas que nos gustaría pueda acarrearnos el no estar contentas con
nosotras mismas. Y eso no me gusta.
Los medios de comunicación están constantemente
bombardeándonos con chicas delgadas y estupendas, siempre a listas. Pero la
mujer real no es así: no todas podemos ser delgadas, altas, caminar con tacones
como si hubiéramos nacido con ellos puestos, levantarnos peinadas y sin ojeras,
y no somos jóvenes eternamente… somos reales, y las mujeres reales también
pueden ser fabulosas.
En cambio el mundo de la cosmética parece estar dirigido a
conseguir ese tipo de mujer perfecta, en el que parece que nos venden la moto
para estar maravillosas a cualquier hora y a cualquier edad. Pero entonces ¿por
qué razón me fascina tanto? Reflexioné de nuevo. Siempre he dicho que cuando yo
me arreglo lo hago para una sola persona: para mí misma. Me di cuenta que lo
que más me gustaba del hecho de maquillarme, o de utilizar una crema
hidratante, o de limpiarme bien la cara, o de ponerme un poco de perfume… no
era tanto el resultado, sino el ritual que conllevaba, esos minutos dedicados
únicamente a mí misma, a dedicarme un tiempo de tranquilidad muchas veces
banales pero relajantes. Evidentemente, no seamos ingenuas, existe un resultado
y unos fines: tener la piel hidratada y bonita, o que el look de mis ojos vaya
acorde con mi indumentaria… pero no deja de ser un valor añadido a esos
momentos, a esos rituales que tanto me gustan y que me permiten disfrutar de un
tiempo a solas conmigo misma.
En fin, hasta aquí mi pequeña reflexión. No sé si estaréis de
acuerdo conmigo o no, pero quería compartir este pequeño comentario con vosotras.
¡Un abrazo!