Como ya os he venido anunciando estos días tengo muchas cosas de
Lush que comentaros, además tengo que apurar mi
Lush Legends antes de alguno de los productos caduque (tengo tiempo pero no me puedo dormir en los laureles...).
Creo que entre los fantásticos productos que tiene
Lush lo más recomendable y lo que más veneración merece por mi parte son sus
champús sólidos. Soy consciente de que son extraños, de que es complicado hacerse a ellos, que hay que cogerle el truco, pero también puedo decir que después de más de dos años utilizándolos no los cambio por otra cosa; ya os conté
aquí que mi cabello es más feliz sin siliconas, desde que utilizo los
champús sólidos, y no lo he notado solo yo, mis peluqueras y mis amigas me hacen preguntas al respecto... (verídico).
Mi favorito sin duda es
Como Nuevo (hay más de un año que os
hablé de él), pero también descubrí que es mejor ir variándolos para que el pelo "no se acostumbre" lo que me ha llevado a buscar otras parejas en la ducha. Probé en su momento
Karma (también os
hablé de él), y si bien me dejó un poco indiferente os voy a confesar algo: lo utilicé para bañar a mi perro. Sí,
Lush no prueba en animales y mi perro tiene problemas de piel, así que os imagináis hasta que punto me fío de la marca... ¡No veáis como mola! El perro brillante cual obsidiana, suavito suavito, y oliendo a
Lush, a Karma nada menos, y a él no parece disgustarle: cuando le ducho con su champú de perro se mosquea y se restriega contra todos los muebles del piso, cuando le lavo con
Karma no lo hace. ¡Maravilloso! Y el problema de piel de Urko no ha empeorado.
Pues bien, en mi alternancia de
champú he probado uno más, un poco diferente a los demás:
Godiva.